Todos ellos son centros de pública concurrencia con la peculiaridad, en este caso positiva, de que los ocupantes normalmente conocen el centro y sus instalaciones.

Lamentablemente no tengo muy buenas experiencias respecto a los Manuales de Autoprotección o Planes de Emergencia de los centros de Educación, ya sean Infantil, Primaria o Secundaria; Me refiero a que existen, sobre todo en los pertenecientes al sector público, múltiples carencias en líneas generales.
Afortunadamente la gran mayoría son centros con un nivel de riesgo global bajo y por suerte nunca pasa nada. Deberíamos no obstante exigirles que se disponga de un Plan actualizado, implantado y mantenido (como recoge la normativa nacional y autonómica).
El papel fundamental lo juega en este caso, además de los responsables de los centros, el personal docente y no docente, puesto que depende de su formación y entrenamiento específico respecto al Plan de Emergencia el que puedan reaccionar rápido y convenientemente ante una hipotética situación de emergencia (incendio, fenómenos meteorológicos adversos, escapes de gas, ...) y poner a buen recaudo a los alumnos de forma rápida y ordenada, sin que se produzcan accidentes o se genere pánico entre los mismos.
Las deficiencias más habituales que suelen aparecer en los mismos según mi experiencia son:
- Desconocimiento y falta de formación al personal o no refresco de la misma
- Deficiencias en señalización e instalaciones de protección o generales por mal mantenimiento (sólo correctivo en lugar de predictivo-preventivo).
- Falta de entrenamiento mediante simulacros
- Aviso tarde al 112 para disponer en alerta los Servicios necesarios hasta confirmar la emergencia.

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